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    Javier Raygoza Munguía
    Director del semanario PÁGINA Que sí se lee!
    de la Ribera de Chapala

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    LA COMUNIDAD AGRARIA DE CHAPALA

     

    MERECE UN estudio especial la Comunidad agraria de este lugar por varias circunstancias de interés social, pero sobre todo por cuatro características especiales, de que hablaremos enseguida. El problema agrario en Chapala, así como en la mayoría de los pueblos de México, presentaba caracteres de gravedad: las Haciendas de La Labor y la de El Cuije tenían ceñido al pueblo enteramente, al grado de que al poniente los linderos de El Cuije llegaban hasta la falda del cerro de Sn. Miguel y daban la vuelta por el norte, ciñendo al pueblo con una cerca doble lo que es a hora la actual calle Degollado, de ahí seguía hasta la Puerta Pasada, donde se juntaba con los linderos de La Labor; dejando en resumidas cuentas, al pueblo de Chapala, casi exclusivamente la mitad de lo que ocupan actualmente las casas del pueblo y el pequeño rancho “El Microbio .” Con frecu8encia se sabía que la Hacienda que el compraban su pequeño campo al pobre labrador que lo tenían. En Chapala son contadísimas los propietarios de predios rurales.

     

    Al pueblo de Sta. Cruz lo había invadido la Hacienda de La Labor de tal manera que ya no había un solo terreno en propiedad de los vecinos del pueblo; toda la tierra, hasta delante del pueblo de Sn.

     

    Nicolás, era de la Hacienda. Los habitantes de los pueblos sólo conservaban sus casas y trabajaban en la Hacienda.

     

    Aquí se necesita, antes de continuar, hacer un poco de Historia Agraria de México, que la daremos brevemente.

     

    Antes de la conquista, dice Orozco y Berra, casi todos estos terrenos tenían dueños. Infinidad de tribus indígenas cazadores y bárbaros habitaban el terreno comprendido entre los inmensos desiertos del norte hasta Guatemala, y recorrían todo el país, no conociendo sino muy imperfectamente el derecho de propiedad, porque, no teniendo residencia fija, pocas pruebas podrían aducir acerca de la propiedad; si acaso reconocían y defendían algo era solamente la propiedad colectiva o de los pueblos.

     

    Solamente en el imperio de Moctezuma se reconocían las propiedades del campo: la del Rey, que era la cuarta parte lo mejor de lo conquistado, las otras tres se dividían una entre los nobles, otra entre los sacerdotes y el culto de los ídolos y la tercera y más mala entre el pueblo. Todavía este se dividía entre los distintos barrios dándole a cada uno su parte que llamaban “calpulli”. Quedando ese mismo pueblo obligado a labrar lo de Rey, lo de los nobles, lo del templo y lo suyo.

     

    Vino la conquista, y de aquellas tierras, las que eran comunales de algún pueblo, fueron confirmadas sus propiedades por el Rey, que les extendía su título de propiedades; y las que no, fueron divididas entre algunos conquistadores, señalándose a cada “encomendero” un cierto número de Indígenas y un territorio cuyos límites se señalaban imperfectamente. Los encomenderos instruía a los indios y los hacían trabajar en las minas o en el campo. Prestándose mucho este sistema para multitud de abusos, y en muchos casos se llegó a verdadera esclavitud Los Prelados, los sacerdotes, los sacerdotes y religiosos protestaron contra ello y los Reyes dieron las Leyes de Indias, de carácter justiciero, humanitario y civilizador, que los defendía y les daban protección, pero que, ya lejos, eran pocos o nada respetadas por la avaricia de aquellos hombres, que iban pidiendo más terrenos, los que se les otorgaban con el nombre de “mercedes”, y compraban o se posesionaban de los terrenos de los indios, al grado de que al transcurso de tres siglos casi todos los terrenos de la mesa central pasaron a poder de los españoles.

     

    En 1720 se suprimieron las encomiendas y se dieron terrenos comunales a los pueblos, que no se podían enajenar ni tenían en ellos propiedad; vinieron luego nuevas leyes que protegían, daban nuevos privilegios a los indios y los sujetaban a 5tutela como menores. Por ejemplo: una ley les prohibía vender sus tierras a sólo lo podían hacer en subasta pública, bajo cuidado de las autoridades; otra ley les prohibía adquirir armas; otra prohibía a los indios de un pueblo habitar en otro; los españoles no podían vivir en los pueblos de los indios y viceversa; los comerciantes españoles no podían estar entre los indios más de tres días, y estos sólo podía vender los frutos de sus tierras y de sus pobres industrias en los “tianguis”, también reglamentados por la ley.

     

    Todo este velar por ellos en casi todos los actos de su vida trajo fatales consecuencias en su educación y carácter social: extinguió el espíritu de su raza y los privó de toda participación en la vida nacional, dejándolos débil, humillados, desconfiados y sin iniciativa propia.

     

    Hecha la independencia, en 1821, los nuevos gobiernos tuvieron la tendencia de suprimir las comunales.

     

    En Jalisco el 29 de septiembre de 1828 se decretó dividir las parcelas comunales y entregarlas como propiedad particular a los indígenas, para levantarlos de su postración por medio de la propiedad.

     

    Pero, como dice el Lic. jalisciense D. Indalecio A. Dávila al tratar este punto:”Cuando las tierras se dan a los hombres que no las han adquirido por su trabajo o industria, sino por concesión gratuita de la ley, jamás saben apreciarlas ni sacar de ellas el partida que aquellos cuyo hábitos de laboriosidad les han proporcionado lo necesario para comprarlos.”

     

    Sea por eso, o por el apego a sus costumbres tradicionales, los pueblos se opusieron a la división, y los más vendieron desde luego o después algún tiempo el lote que les correspondía, aún por una copa de aguardiente.

     

    Así se formaron desde luego grandes haciendas muy cercanas a los pueblos, quedando los pobres en la miseria absoluta, teniendo que servir a que los ocupaba y que pagar por el pasto de sus animales y aún por la leña que necesitaban.

     

    Volvamos al tema de nuestra comunidad

     

    Al promulgarse en 1917 la Constitución que autorizó a los pueblos para pedir tierras en las grandes propiedades, los vecinos de Sta. Cruz se quejaron, y les empezaron a dar tierras de la Hacienda de La Labor, sin ningún orden, que a los pocos días se las recogía la Hacienda. Luego pidieron los vecinos de Ixtlahuacán de los Membrillos, con intento de venirse hasta Chapala; entonces de aquí se movió un grupo de personas, encabezado por los señores Nicolás Padillas (que no interesaba para sí terrenos), Manuel Rivera, Fernando Real y otros, pidieron la dotación de tierras para Chapala. Les dieron los terrenos que ahora posee la Comunidad, que comprenden desde lo que dejaron como propiedad a la Hacienda de La Labor, hasta cerca de Sn. Antonio, dividiendo el cerro con la pertenencia de Ixtlahuacán.

     

    Fue su primer presidente el Sr. Apolunio López.

     

    Les dieron 3 años como posesión provisional, para que todos los que tuvieron alguna pequeña propiedad la dieran a conocer y no la invadiese la Comunidad.

     

    Las cosas notables de esta Comunidad son:

     

    Primero, que los agraristas de aquí desde que les dieron las tierras empezaron a trabajarlas, cuando casi todos los otros sólo las rentaban para o cortaban la leña para venderla.

     

    Segundo, que cuando les dieron armas a los agraristas para que las trajeran, éstos no las quisieron; en 1933 los militares pretendieron obligarlos a traerlas consigo y dijeron “o armas o tierra para el trabajo” y se defendieron manifestando que les estorbaban para el trabajo y provocaban pleitos y desórdenes. En casi todas las otras comunidades fue esto causa de muchas muertes y desgracias.

     

    Tercero, a fines de ese año1933 se estableció aquí una sucursal del Banco Refaccionario Agrícola y les ofreció préstamos de dinero, pero como al prestar este dinero lo hacía con responsabilidad mancomunada de todos los que solicitaran, los agricultores de aquí rechazaron la oferta y mejor siguieron pidiendo préstamos personales, aún con réditos exagerados, aquí se los facilitaba.

     

    Solamente en el año de 1953, en ofreció dicho Banco préstamos personales, fueron ya habilitado por él. En otras comunidades algunos vivillos pedían préstamos que gastaban mal y no pagaban; entonces el Banco se posesionaba se la cosecha ase todos para reponerse, y honrados. (48)

     

    Cuatro, que el gobierno del General Obregón pagó loa Hacienda de La Labor, indemnizando a sus dueños y dejando así plenamente satisfechos a la justicia y a los actuales poseedores de dicha tierras, a quienes sólo les falta la titulación de su parcelas, que bien podía vendérselas a bajo precio para poderlas trabajar con más amor y poseerlas a bajo precio para poderlas trabajar con más amor y poseerlas como cosa propia. (49)

     

    Yo recuerdo haber oído a un Inspector de Comunidades Agrarias decirme en conversación, para mí satisfactoria: que esta Comunidad era la que menos trabajo y molestia había dado al Departamento.

     

    Entre sus actividades cuenta esta Comunidad con tres de importancia social: lo., el hacer organizado por año 1935 una Cooperativa de Camiones de Carga para servicio de la misma Comunidad y del público en general, que duró cinco años; 2º ., el haber contribuido a la introducción de la fuerza eléctrica que produce la Cía. Eléctrica Chapala, y que fue traída a expensa de la “Cía. Impulsora”, que la administra y la explota, pero que fue pedida por la Comunidad Agraria; y 3º que, quizá sin darse cabal cuenta de su trascendencias, resolvió en parte un problema social de mucha impotencia, el de la vivienda de las familia pobres: cedió un terreno que esta en la falda del Cerro de Sn. Miguel para ser colonizado por los pobres que regular tamaño para hacer su casa y su corralito, pagando solamente como contribución anual la cantidad de $8.00. Pero esta distribución de lotes se hizo sin cuidar nada de la higiene y la urbanización correspondiente, que les hace falta.

     

    Ya las autoridades civiles y algunos particulares se proponen remediar estos defectos, par que dé la colonia mejores resultados.

     

    Gorriones

     

    Una cosa curiosa sucedió como por el año 1938, que si bien no tiene propiamente relación ninguna con esta Comunidad, sin embargo me parece oportuno citarla aquí por el nombre o apodo que se le dio.

     

    Como se acaba de decir, por el año 1938 vinieron a estas regiones los gorriones europeos, que no eran conocidos aquí ya que sólo conocíamos los hermosos y simpáticos gorriones mexicanos, de pecho rojo o amarillos y de canto tan agradable.

     

    A dichos gorriones europeos nuestro pueblo, tan ingenioso y cáustico, los bautizó luego con el nombre de “agraristas”. Y la razón es que, observando a estos pajaritos, halló que les gusta invadir las propiedades” de los otros pájaros, pelean con ellos, les tiran sus huevitos y se posesionan de sus nidos; además son muy gritones y “pelioneros” entre sí.

     

    Desde entonces tenemos entre nosotros esa clase de pajaritos, que son conocidos con ese nombre de “agrarista”.

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